¡¡A continuación tendrán la oportunidad de ver la gran superproducción del Taller de Libre Expresión para Niñ@s!! Es un cortometraje de 6 minutos en defensa del agua, se llama “EL ROBO DE SARA, CLARA Y DAVID” en él se critica a los adultos por ser unos derrochadores de agua. Podremos ver los arduos esfuerzos de nuestros protagonistas, por concienciar a los ciudadanos de que su conducta no solo perjudica al medio ambiente, sino también a nosotros mismos, es una historia de lucha, frustración y soluciones drásticas.
En la primera imagen podemos ver parte de los secretos de nuestra gran producción, en ella aparece muestro claquetista (en primer plano) y nuestro director (al fondo), preparando una de las escenas.
En la segunda fotografía vemos a nuestros dos camarógrafos y a uno de nuestros actores principales (el del globo azul) preparando el plan drástico con el que termina nuestra grabación.
Finalmente en la última foto podemos observar a los artífices de este cortometraje, todos ellos son los protagonistas de esta gran aventura, que podrán encontrar en la siguiente dirección:
Sentimos la demora en escribir pero aca cada dia tendria que tener 30 horas porque no damos a basto, jeje. Todos los dias nos despertamos para ir al hogar a duchar, cambiar y desayunar con nuestros chiquitos. Son 6 niños y 1 niña ademas de 4 niños discapacitados que bajan de las comunidades indigenas algunos dias.
Despues tenemos clase: "Buen dia" y actividades variadas de plastilina, pintura... y luego salimos un ratito a los columpios hasta la hora de almorzar y la siesta. Por las tardes seguimos jugando con ellos y haciendo actividades y por ultimo a cenar y a la cuna!! Dicho asi parece que no hacemos nada, pero es increible el trabajo que hay que hacer y el tiempo se pasa volando. Ademas de todo esto tenemos que trabajar en los proyectos, pero estamos supercontentas y no queremos volver ni locas, pero ya quedan poquitos dias...
Bueno, no hemos dicho nada del hogar. CREAMOS es un hogar transitorio para niños y niñas en una situacion de desamparo tan fuerte que estan en peligro de muerte. Aca en Bolivia mueren 25.000 niños al año. Cada niño tiene su dura historia que pasa por maltratos fisicos y psicologicos, abandono, consumo de drogas... y el mas mayor va a cumplir 4 años... es duro conocer todas las historias, pero aca en el hogar son felices deseando volver con sus mamas cuando ellas puedan ocuparse de ellos. Esto tambien es parte de mi trabajo (Celia) ya que hablo con algunas de las madres intentando saber un poco como estan e intentando trabajar un poquito con ellas para ver si pueden volver con sus hijos pronto.
Bueno y con esto nos despedimos, hasta la proxima!!
PD: Sentimos la falta de acentos pero es culpa del teclado del ordenador, jeje.
El 16 de julio es fiesta en Cochabamba, Noemí y yo salimos con nuestros compañeros de casa dispuestas a divertirnos, hay música, baile, puestos de comida en la calle y fuegos artificiales, el ambiente es fabuloso.
En la imagen podemos ver la iglesia del Carmen iluminada, todo está decorado y la gente está de celebración. En su interior nos encontramos unos arcos cuidadosamente decorados con flores, que nos llevan hasta el altar, donde están las vírgenes, hay mucha gente en la iglesia rezando frente a las imágenes.
Cuando salimos tomamos api que es una bebida dulce hecha a base demaíz, originaria de los departamentos de Oruro, Potosí y Cochabamba y probamos la chicha que es una bebida alcohólica tradicional inca hecha también con maíz.
Tuvimos la oportunidad de ver bailes tradicionales y de probar los riquísimos dulces que allí se venden, en algunos casos parecidos a los españoles.
La noche fue divertida y animada y nos acercó más a la cultura y a las costumbres de Bolivia y Cochabamba
Cada viaje que hacemos aquí es una aventura. Nunca sabemos exactamente cuándo vamos a volver, ni adónde vamos a dormir. Pero con cada viaje nos acercamos un poquito más a este país, a su gente y a sus costumbres, a su realidad.
Este fin de semana, además de visitar Sucre, fuimos a Potosí. Aprovechamos las noches para hacer los largos desplazamientos (más que largos, tendríamos que decir “difíciles”).
Potosí es una de las ciudades más altas del mundo. Algo más de 4.000 metros sobre el nivel del mar. Lo primero que nos recibe al bajarnos del autobús es un frío helador, que combatimos con un rico desayuno caliente en una habitación que se hace llamar bar y con un encantador camarero que no duda en aconsejarnos y en facilitarnos nuestra estancia en Potosí.
Potosí es una ciudad minera; pero como nos dice la guía que nos conduce hacia las minas, el mineral puro está casi agotado. Las condiciones de trabajo de los mineros son muy malas. Trabajan muchas horas seguidas, y su media de edad está en 45 años debido al polvo que respiran durante toda su vida. Cobran por producción y no por horas.
Vemos a varios mineros trabajando: su voz está cascada, también lo está su piel. El obrero más viejo de la mina tiene 40 años pero aparenta 60 y a penas le entendemos cuando habla. Nos visten con botas, trajes y cascos especiales, pero los mineros sólo llevan el casco. Hay tramos peligrosos, hay grandes agujeros y hay que caminar por troncos estrechos. Bajamos un pequeño precipicio escalando. Pero, a pesar de que impresiona, las medidas de seguridad para nosotros están bien: nos cuida Ismael, un minero de 18 años que lleva cinco trabajando en la mina. Nos ayuda a bajar y se coloca en la pared como si fuera Spiderman.
Por recomendación de la guía, nosotros les llevamos dinamita, bebidas y coca. Las hojas de coca son las que les permiten estar tanto tiempo bajo tierra.
Visitamos al Tío y a la Pachamama, que son los dioses que están dentro de la mina. Les ofrecemos coca para que cuiden por la salud del minero y para que tengan suerte en el trabajo.
Después de menos de dos horas, salimos de la mina. Ha sido poco tiempo, pero ya tenemos ganas de ver el sol…
La sensación que tengo después de esta bajada a las minas es rara. Es necesario conocerlo, pero no dejo de pensar que estamos haciendo turismo con algo así… Estamos pagando por ver su infierno, nos hacemos fotos en su infierno… Lo que para nosotros es una aventura, para ellos es su dura realidad cotidiana que les va a llevar a la muerte demasiado pronto.
Esta es nuestra casa. En ella vivimos 14 personas más un loro (búscale en la imagen) y un gato. Antes también vivía una urraca, pero a los pocos días de nuestra llegada murió.
Lo que más nos gusta es que es una casa muy multicultural. Hay alemanes, ingleses, austriacos, españoles y bolivianos. Vivimos como en familia: hacemos todas las comidas juntos, tenemos charlas filosóficas nocturnas y videoforums.
Además de los que dormimos en la casa, viene más gente a comer y a cenar. El dueño de la casa, Franz, es el que cocina y ¡todavía no ha habido un plato que no nos haya gustado! Isabel vive en la casa de arriba y Noemí en la de abajo. Entre ambas casas hay un caminito rodeado de vegetación. Parece una selva, como podéis ver en las imágenes.
La casa está a 10 minutos andando del mARTadero (donde trabajamos), y a otros 10 del centro.
Os seguiremos contando cómo son nuestros días en Cochabamba.
Aquí estamos sentadas en un banco de la plaza de los Arrieros, donde está el mARTadero. El proyecto se encuentra en el barrio Villa Coronilla, en Cochabamba, y es uno de las zonas más marginadas de la ciudad. Desde el mARTadero se están llevando a cabo acciones de difusión para que el barrio se involucre en el proyecto. En el mARTadero se realizan talleres, exposiciones, proyecciones, conciertos... Pero no es solamente un centro cultural. Pretende ser un lugar de encuentro de la cultura y de reflexión y creación, partiendo de la idea de que desde el arte se puede lograr el cambio social.
Os seguiremos contando cómo son nuestros días en Cochabamba. Un beso (y sólo un beso) Isabel y Noemí
Más de veinte días; bastante más de lo que tienen muchos cuando salen de vacaciones. Los veraneantes regresan a casa afirmando con rotundidad que conocen el país y sus costumbres, y ponen una cruz en su lista de destinos pendientes mientras piensan ya en las próximas posibilidades.
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A mis tres semanas de estancia en la capital dominicana, yo todavía no considero que conozca la ciudad lo suficiente, ni he encontrado palabras para expresar cómo me siento y cómo me afecta mi entorno. Y mientras trato de ordenar las ideas sólo encuentro un término que aparece en mi cabeza una y otra vez: CONTRASTES.
Imagina una ciudad sin ley. Un lugar de amplias avenidas, en las que la basura rebosa hasta que llegue el momento semanario en el que por única vez se recoge, y mezcla las sobras del día a día con esbelta vegetación autóctona. Altas palmeras y otras plantas que cuidan y engalanan las calles ignorando desperdicios y despojos. Lo peor y lo mejor de la calle en una misma acera.
Camino por calles cuasi vacías. Sólo en los semáforos se ven viandantes que se entrecruzan con los autos atendiendo sus negocios cuando el disco está en rojo. Mercader en la venta a bajo precio de limoncillos, tarjetas telefónicas, periódicos, aguacates,.. más algún mendigo rezando una limosna. Una se pregunta donde se esconden en hora punta 3 millones de habitantes... Todos y nadie en un mismo distrito.
Pero solo hay que sacar la vista de la acera para darse cuenta: el coche es uno de los grandes protagonistas de la ciudad. No sólo es un medio de transporte, es una forma de sentirse seguro ante la delincuencia en la calle. Uno, dos, tres, treinta, cien , miles de vehículos ignorándose entre sí y tratando de llegar a tiempo a su destino. Y otra vez la disparidad: costosos carros casi inasequibles en nuestra sociedad, circulan de la mano junto a reliquias destartaladas, y oxidadas que parecen estar a punto de descomponerse a nuestro paso. Acaudalados y míseros compitiendo en la misma vía.
BLANCO Y NEGRO CONVIVIENDO BAJO UN MISMO CIELO SIN ESCALA DE GRISES.
Saludos desde Amancayas (Cochabamba)!!
